

Por
Ernesto Bobek Cáceres
Tarde, muy tarde, pero finalmente -y hasta tal vez merced a la buena fortuna para los honestos- se cayó el “relato” y se comienzan a confirmar las realidades largamente denunciadas y constantemente dilatadas o ignoradas sin sustento jurídico alguno.
Toda la corrupción de la era kirchnerista que ya era visible con los avances judiciales de las últimas semanas queda al desnudo ante la opinión pública. Tanto es el escándalo que hasta funcionarios del FPV debieron alejarse de López y mostrar su repudio por su accionar.
El problema es que López era un empleado. Bien pagado, pero respondió primero a Néstor Carlos Kirchner, luego a Cristina Fernández de Kirchner, y siempre a su jefe directo: Julio De Vido. Este personaje tan cercano al tándem presidencial estuvo con ellos desde cuando Néstor era gobernador. O sea que sabía absolutamente todo de cuanto se hizo y deshizo, y fue partícipe necesario del saqueo, esa rapiña que generó la asociación ilícita más infame que haya gobernado al país. Valga resaltar que tuvieron muchos y serios competidores que los precedieron en distintos gobiernos. Pero tras la “década ganada” quedaron totalmente minimizados.

Ahora el populismo K, (hasta capaz se anima Boudou), van a decir que los casi 9 millones de dólares iniciales incautados en el procedimiento son “chirolas”, y las van a intentar comparar y contrapesar con otros escándalos que padecimos desde 1810. Ante esas chicanas debemos necesariamente preguntarnos: ¿Cuántos López tuvo el kirchnerismo?, y también ¿Cuántos conventos, casas, departamentos o bóvedas desconocemos los argentinos para que el actual gobierno recibiera el país en las miserables condiciones que lo hizo?
Con el “desliz” de López no solo quedó comprometido él. López estuvo siempre; era demasiado conocido de Néstor Carlos Kirchner y de su esposa y recibía órdenes de De Vido. Ya de eso no quedan dudas. De ahí es fácil colegir que este hecho de corrupción salpica y pone en la primera plana de la sospecha a la ex presidente, a De Vido, y a muchísimos funcionarios del pasado gobierno que no podrán alegar sin sonrojarse que no lo conocían, que no sabían, que no se imaginaban.
Lo acontecido debe ser el comienzo de un movimiento más ágil de la Justicia, que tal vez ahora se descubra que en algunos casos fue remolona y en otros cómplice. Un excelente momento para analizar causas de corrupción y promover los juicios políticos que correspondan a quienes hayan obstaculizado el correcto funcionamiento de la Justicia y la aplicación de la ley.
Analizados desde los costos de la obra pública no ejecutada, o subejecutada, pero siempre pagada a los amigos de lo ajeno que nos gobernaron, los 8 ó 9 millones de López son una propina, pero resultan demostrativos del verdadero modus operandi que dejó a los más necesitados sumidos en la peor miseria de que se tenga memoria. La Justicia tiene la palabra. Los ciudadanos requieren celeridad. No basta con que los que robaron queden detenidos por pocos o muchos años: Hoy es necesario recuperar lo que robaron de modo tal que lo mal habido vuelva a la gente.
CABA, 14 de junio de 2016
Ernesto Bobek Cáceres es abogado y
asesor del Consejo de la Magistratura
de la Ciudad de Buenos Aires