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EL MURO DEL SILENCIO

I

Autor: Carlos A. Españadero

 

  Un muro es “una pared exterior” que limita una determi

nada propiedad. Su finalidad es impedir el acceso desde

el exterior. Y a la vez, limita también la salida desde

el interior. Para eso están las puertas o equivalentes.

Claro, un muro sin puertas, se torna impasable.

 

   Pero el sentido de “muro” se extiende – en el campo

político – a construir un “obstáculo” que impida una inter-

comunicación, entre los de adentro y los de afuera.

Cuanto más perfecto es el muro, puede posibilitar el desconocimiento de la existencia de unos y otros. En este caso particular, explicaré el muro construido por los “Kichner” y los “montoneristas”,para desarrollar su plan de exterminio contra los que actuaron en la lucha contra el terrorismo subversivo.

 

  El plan de exterminio empleó numerosas herramientas, en particular para impulsar a la población a dar un apoyo decisivo a todo lo que fuera una descalificación de todo lo que se hubiera hecho contra las bandas terroristas, y dentro de esto, los que integraron por su función laboral a las FFAA, FFSS, FFPP, fuerzas penitenciarias, e incluso simpatizantes de esta lucha.

 

  Para ello, se organizó una vasta y efectiva operación de acción psicológica, con la finalidad de convencer que todos los que integraban esas fuerzas, emplearon como único modo de combatir al terrorismo, lo que denominaron “represión”. Y este concepto fue asociado a torturas, secuestros, asesinatos, robos, etc, desvirtuando su verdadero significado.

 

  Es indudable, que hay muchos hechos ocurridos en la cruenta guerra civil que se desarrolló entre 1970/9, que bien empleados, avalarían la acción psicológica a realizar. Claro, que como toda acción psicológica, esencialmente mentirosa, omite destacar, que en el conjunto de la lucha entamblada, no ha sido lo único que se hizo de parte de las fuerzas gubernamentales. Más y seguramente, visto la guerra en su conjunto no alcanza a considerarse ni siquiera mayoritaria.

 

  Pero el plan de exterminio, no apunta a perseguir a los que ejecutaron los hechos condenables que realizaron. Ni siquiera pretende analizar, en esos casos concretos, el grado real de “culpabilidad” de “combatientes” que habían sido insertados en una guerra no buscada ni deseada. El objetivo del plan es atacar a las organizaciones armadas y de seguridad, en su totalidad, y a la vez, demostrar la existencia de una cantidad de muertes de su bando (los terroristas subversivos) que conmocionara a la población. Como toda campaña de acción psicológica, busca generar conductas en los públicos a los que se dirigen, y en este caso, es a toda la población. Se decidió 30.000 desaparecidos, cantidad que estimaron suficiente para conmocionar a la población.

 

   Por supuesto, se da por cierto, que “desaparecido” es igual a “asesinado” y a “torturado”.  Se omite explicar que en “guerra civil” como en toda guerra, no interviene el Poder Judicial. ¿Se imagina un combate entre terroristas, donde uno de ellos, como en la “mancha” pida suspender la operación para hacer una denuncia judicial?. Y hay que recordar que en la guerra, hasta que un bando no se rinde al otro, la lucha es a muerte.

 

   La historia militar es rica en narrar hechos, donde alguien quería rendirse, pero el que lo enfrentaba no lo creia, o en otros casos, donde era muerto por el que creía se rendía.

 

  Pero el plan de exterminio, es ambicioso. No es lograr aniquilar a los “represores”, que dado el tiempo trascurrido y las medidas adoptadas por los interesados para “no quedar jurídicamente involucrados”, quedaría reducido a unas pocas figuras “emblemáticas” publicitadas a través de los medios de expresión. Un resultado dentro de estas condiciones, no podrían sostener que hubo 30.000 desaparecidos. A la vez, no se lograría el verdadero objetivo, que es vengar la derrota militar en la guerra, y para un futuro hacer más fácil el desarrollo de una nueva gesta terrorista. Tampoco se podría demostrar que la “represión” contra los represores no era eficaz dentro de la ley.

 

   Para peor, las luchas políticas desarrolladas a partir de 1983, produjeron el trascurso del tiempo, en medio de idas y vueltas, que culminaron con la prescripción de todos los delitos que se deseaban involucrar Esto impuso otras medidas que he detallado en mi denuncia de prevaricato e incluso en muchos trabajos elaborados por “presos políticos” que se tornan irrefutables.

 

  Pero a su vez, el proyecto “kichnerista” quería destacar que el plan de exterminio, era una obra maestra de la legalidad. En esto tuvo en cuenta que la legalidad es imperativa en tiempo de paz, y la población no iba a aceptar un nuevo terrorismo gubernamental.

 

   No escapará al lector, que eran demasiadas mentiras, pegadas con alfileres, que les permitió percibir la necesidad de impedir que la población conociera los objetivos verdaderos del plan.

 

    Si se ajustaba a derecho, como era lo lógico, el plan era imposible de llevar adelante. Había que adoptar previsoriamente un modo de impedir que la población llegara a conocer la verdad: la búsqueda del exterminio ilegal de integrantes de las organizaciones armadas y de seguridad.

 

   Lúcidamente, los que elaboraron el plan, construyeron el “muro del silencio” destinado a impedir que la población escuchara la información y argumentos de los que se convertirían en “presos políticos” para el público, “presos legales, a derecho”.

 

   Para ello, se conformaron herramientas cuidadosamente construidas, aprovechando falencias institucionalkes que les permitieron hasta la fecha, convertir el muro en un obstáculo insalvable.

 

    Entre las herramientos, son muy importantes:

 

  • La distorsión existente en el periodismo de atribuirse “como cuestión natural” que son un poder dentro de la nación. Surge de esto, “el negar micrófono” o “el dar micrófono”; una forma de autocensura a disposición de ellos.

  • Desarrollar una “actividad que viene de lejos” en los poderes del Estado: el “arte del cajoneo”.

  • Otra, muy efectiva: las autoridades gubernamentales no desean saber lo que pasa y no da señales de conocimiento de esto.

  • La falta de responsabilidad de los comandos de las FFAA y las jefaturas de las fuerzas de seguridad y policiales, al no interesarse en “supuestos” hechos realizados cuando el imputado se encontraba cumpliendo tareas dentro de su Fuerza, que imponía determinar si había sido en cumplimiento de misiones específicas o realizadas aprovechandose de su “status” dentro de la Fuerza correspondiente.

 

Sobre esto, iré explicando cada una de estas herramientas, que no han sido solo utilizadas en la construcción del muro sino en el mantenimiento del mismo.

 

 

    Me permito aclarar el ampleo del término “montonerismo”. No uso “erpiano” por ejemplo. Siendo ambos terroristas, el PRT – ERP tuvo una conducta mucho más honesta que los Montoneros. En vez, esta banda, no trepidó en violar toda norma propia del accionar terrorista, por su afán de poder. El PRT – ERP peleó en su ley y fue aniquilado sin perder su idea motivadora. No doblegaba su interés por una cuota de poder. Montoneros podía vender a lo mas preciado por esto.

 

    Úna operación psicológica es una estrategia elaborada con el objetivo de generar en un grupo; una determinada conducta social, sin que los ejecutantes sean concientes de ellos.

 

    “pido gancho, y el que me toca es un chancho”

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