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LA DIRIGENCIA ARGENTINA FRENTE A LOS DESAFÍOS DE LA SEGURIDAD NACIONAL EN EL SIGLO XXI

  • Las FFAA como Instituciones Constitucionales.

  • Las FFAA y la guerra.

  • El grado de estratificación conceptual de la dirigencia argentina.

  • Un poco de historia.

  • La Primera Estrategia de Compensación.

  • La Segunda Estrategia de Compensación.

  • LA Tercera Estrategia de Compensación.

  • En conclusión.

 

  • Las FFAA como Instituciones Constitucionales.

Las FFAA son un factor polemológico central en todos los países del mundo. Por supuesto, como Instituciones Constitucionales tienen objetivos que deben lograrse, equilibradamente.

 Si se sobredimensionan, pueden constituirse en una amenaza en la región y en su propia comunidad. Si -contrariamente- son incapaces de cumplir con el mandato constitucional, se transforman en la causa de un riesgoso desequilibrio estratégico regional y en el factor de una dramática inseguridad nacional.

Esto último es lo que está ocurriendo en nuestra querida Argentina y es -sin ninguna duda- directa responsabilidad política dirigencial, a partir del año 1983. 

La continua degradación de la Política de Defensa, de la autoestima militar, de los sistemas de armas y de las organizaciones castrenses, sumada a la evidente ausencia de mínimos conocimientos polemológicos y del correspondiente planeamiento estratégico, tienen su raíz oculta en la perversa legislación de Seguridad Nacional promulgadas en 1988 y 1991. Son dos absurdas leyes que no tienen parangón en Estado alguno de nuestro u otro continente (1).

Nos preguntamos -muchas veces y desde hace mucho tiempo- si estos acontecimientos -en nuestras posguerras- ¿fueron frutos de la ignorancia, de una cruel ideología o de puntuales compromisos -ingenuos o no- con nuestros enemigos actuales? Llegamos a la conclusión  que las tres causales están presentes -en mayor o menor medida- en estos desatinos legales  que ya han acumulado -como directa consecuencia-, miles de conciudadanos muertos a lo largo de las últimas tres críticas décadas (2) y una situación de inseguridad indiscutida,  progresiva y escandalosa.

Esta disparatada e inédita legislación desorganizó -aun más- a nuestro cuasi-Estado Nacional frente a los nuevos y graves desafíos posguerra fría, transformando a la inseguridad e indefensión generalizadas en la principal preocupación de la población, a pesar de la desastrosa situación económica imperante. Sin embargo -y a pesar de ello-  la dirigencia política aun no ha reaccionado.

En plena campaña electoral -en el 2015- la Seguridad Nacional no tiene tratamiento. La vaca sagrada de la política de los derechos humanos unidireccionados, lo impide.

Tenemos el 30% del generalato argentino en las cárceles, dos mil prisioneros de guerra juzgados con el Código Penal ordinario por  hechos ocurridos en la guerra, los principios del derecho penal destrozados y caen ilegalmente jueces y fiscales, pero pocos dirigentes se animan pronunciar palabras claves, tales como: terroristas, revolucionarios, comunistas, guerrilleros, traidores a la Patria…o “estúpidos imberbes”…

¿Puede esta situación continuar? Si la recta Justicia y la íntegra Verdad no llegan, pronto perderemos la escasa libertad remanente. El “Estado Fallido” nos llevará a una violencia generalizada. Por ello es tiempo de terminar con las falacias -“el relato”-, a pesar de la masiva acción psicológica que lo sostiene y de todo tipo de artilugios para retener los mitos “pseudo-revolucionarios”.

La Argentina debe recuperar -a la brevedad- a sus Instituciones Armadas Constitucionales que correspondan al grado de su actual desarrollo y a la naturaleza y caracterización de los riesgos y amenazas estratégicas, presentes y potenciales.

El ritmo de la etapa de la civilización en curso exige hacerlo sin demora.

El RU -nuestro enemigo histórico- ha logrado el desarme unilateral de la Argentina a través del Decreto 158/83 y de la manipulación de la opinión pública, realizada ininterrumpidamente a través de la Vta. Internacional -desde 1983- y del Foro de San Pablo -desde 1991-, con personeros argentinos. Una prolongada y hábil maniobra estratégica de aproximación indirecta urdida en Oxford, pero operada por la izquierda revolucionaria, es absolutamente desconocida por la masa de los ciudadanos en el año electoral 2015.

Más de treinta años de narrativa diaria expuesta por “especialistas” en los medios de comunicación, hacen casi imposible quebrar este muro psico-político. El comunismo, en la Argentina, ostenta la propiedad exclusiva de los derechos humanos y ha logrado la reformulación del contenido de expresiones que son repetidas públicamente -aun en los estrados judiciales- hasta el hartazgo: “lesa humanidad”, “por la vida”, “represores”, “genocidas”, “campos de concentración ilegales”, “centros clandestinos de detención”, “lesa humanidad”, “golpistas”, “partidarios de la dictadura”, “nazis”, “fascistas”, etc., etc. (3).

El paradigma universitario de ésta acción demoledora del “relato” -frente a la verdad histórica- es la vergonzosa “Tesis doctoral sobre el Operativo Independencia” del antropólogo de la UBA Santiago Garaño, que explica -ante cualquier persona con sentido común- la profunda decadencia de nuestras universidades, la grave confusión de nuestros   pseudo intelectuales y el grado de vulnerabilidad de las nuevas generaciones.

El objetivo perseguido por estas aviesas maniobras es muy claro. El agresor revolucionario niega, aun  hoy, que haya habido una guerra (3). De hecho, el cuasi-Estado argentino no la consideró como tal en sus primeros quince años -1959/1973- (5). Entendió que era un problema policial. Cuando reaccionó, lo hizo tardía y erróneamente y esa es la debilidad que explota el RU a través del antiguo agresor revolucionario reciclado en los TTOOFF, como principal instrumento de la sigilosa maniobra de “trastrocamiento”, en términos de Clausewitz.

La Argentina fue agredida -sin duda- y esta guerra sorprendió a nuestro cuasi-Estado y a la sociedad. Ante la “invasión cubana”, como acertadamente la llama J. B.  Yoffre (4), las FFAA fueron convocadas, tardíamente pero con urgencia, para “aniquilar a un enemigo interno”, en un tipo de guerra en la que el aniquilamiento es imposible.

El enemigo -bajo conducción estratégica externa- sabía de antemano que sería derrotado en el terreno por las FFAA, pero su objetivo era otro, y lo logró. Ingresamos en los ‘70 a los “combates de baja intensidad” -en los niveles tácticos- y a una guerra “asimétrica” -en los niveles estratégicos y político-. En ambos se operó sin planeamiento previo, es decir: sin doctrina.

 En el Norte desarrollado la teorización especulaba -en ese período- con el novedoso empleo del arma nuclear y llegaron a la opción de la “mutua destrucción asegurada”, es decir, a la “Pax Nuclear”. El Hemisferio Sur subdesarrollado -en cambio- se tiñó de sangre. No tuvimos, ni tenemos Paz.

 En el Sur, el ingreso a la guerra se improvisó, sobre la marcha. No se había previsto ésta especie de conflicto interno y por ello se perdió la Paz. Sufrimos un record mundial de hechos de terrorismo durante una década -1973/1983-. El “estado de guerra” consecuente, aun perdura, en el 2015 (5).

Recién se inició -en el Norte desarrollado- la teorización acerca de las “guerras asimétricas”, cuando las FFAA de la OTAN debieron enfrentar a “las insurgencias” en Afganistán, en Irak y, más adelante, en todo el Gran Medio Oriente, el Magreb y el Sahel. Allí está hoy el núcleo de la guerra mundial en desarrollo: la “guerra contraterrorista global”

 Con la finalización de la posguerra fría -2001- los estrategas teóricos empezaron a conceptualizar a las sucesivas “Guerras de la Tercera Especie”, a las “Guerras de Cuarta y Quinta Generación” y, ya en estos días, a las “Guerras Híbridas” (6). Más adelante veremos cómo éstas se encuadraron en sucesivas opciones estratégicas estructurales.

Nuestra dura experiencia -en la segunda mitad del siglo XX- llegó tarde y costó muy caro. Pero lo más grave fue que luego de la Guerra del Atlántico Sur -1982-, nuestra dirigencia política en manos del “entrismo de izquierda” en los principales partidos políticos, fue y es cabalgada por las agencias de nuestros recientes enemigos, extrañamente incardinados (5).

Se optó por unanimidad la anulación institucional de las FFAA y, con exitoso sigilo, se reemplazó la Política de Defensa por la Política de Derechos Humanos, unidireccionados.

  • Las FFAA y la guerra.

¿Son las FFAA un factor belígero? Contestar afirmativamente esta pregunta sería propio de un total ignorante de uno de los más grandes y antiguos temas de la Ciencia Política. Pero, se incluye aquí éste interrogante pues fue la afirmación -a viva voz- del principal asesor de la Comisión de Defensa de la Cámara de Diputados -que redactó las actuales leyes de Seguridad Nacional- en un vuelo desde Brasilia a Buenos Aires, el 11 de agosto de 2002, al término de las exposiciones de REDES 2002, en aquella capital.

La respuesta que recibió fue muy dura y a la vez efectiva, por los comentarios recibidos -de algunos de los asesores viajeros- mientras esperábamos nuestros equipajes en Ezeiza. No quedan dudas que las tres causales -ya citadas- estaban y están aun presentes: ignorancia, ideología y/o compromisos -reales o ingenuos- con nuestros enemigos, cuando se tratan públicamente los temas centrales que hacen a la Seguridad Nacional.

La guerra, como fenómeno socio-político, es anterior a la existencia de los ejércitos. La sociedad humana organizó sus ejércitos cuando la producción tuvo excedentes que permitieron sostenerlos. Separarlos de sus sociedades es una falacia que tiene su comprobación en los fundamentos expuestos por quienes rechazan el servicio militar obligatorio, que otrora daba -en nuestro país- un acabado cumplimiento al precepto constitucional -Art 21- que aun obliga -en el papel-, a todo ciudadano “armar su brazo en defensa de la  Patria y de la Constitución”.

La “profesionalización por contrato” de los ejércitos, como lo estamos comprobando, disminuye el sentimiento y la responsabilidad popular con respecto a la Defensa y aumenta el distanciamiento con las instituciones castrenses.

La trilogía clausewitziana “pueblo, FFAA, gobierno”, siendo uno de los desarrollos conceptuales más importantes del Tratado “De la Guerra” (7), ha sido duramente criticado por autores pacifistas contemporáneos. Un teólogo y filósofo -Bada Panillo (8)- lo expresa así: “…la sociedad civil se aleja de la muralla, se retira de la defensa y recupera a la guerra como espectáculo de pantalla”… “en las democracias occidentales hay quienes piensan que podríamos vivir en paz…si no fuera por el terrorismo”...

Bada no puede ignorar -por sus títulos terciarios- que así pensaron los idealistas Platón, Kant, Wilson y más recientemente Fukuyama, en diferentes tiempos y circunstancias. Sin embargo siempre apareció un actor violento que interrumpió la Paz posible. La naturaleza humana no ha cambiado. El hombre no es ni será un Ángel.

Es el nivel político -desde del Estado-Nación- el que abre y cierra a la guerra. En el nivel estratégico nacional hay corresponsabilidad político-militar y en los niveles estratégico militar y operacional, responsabilidades exclusivamente militares.

Esto es así en Estados bien organizados y consolidados. Los argentinos estamos a mucha distancia de lograr ese estadio. Lo hemos comprobado en las dos guerras que sostuvimos en la segunda mitad del siglo XX y en lo que acontece en la actualidad -a pesar de nuestras duras experiencias recientes- y a los dos “estados de guerra” en acto (5).

El empleo y la gestión de la fuerza no deben ni pueden estar en manos de irresponsables dirigentes civiles o de altos mandos militares “legos o diletantes”, carentes de la correspondiente formación polemológica y estratégica que, habida cuenta del ritmo de la civilización de nuestro tiempo, deben actualizarse constantemente.

Las reglas de empeñamiento del brazo armado militar son directa consecuencia y responsabilidad del máximo nivel político, que debe dictar las bases “ético-jurídicas” al decidir el empleo de las fuerzas. Cuando esta responsabilidad -y los documentos consecuentes- están ausentes, se malversan y trastocan las victorias de las tropas en combate.

Es lo que ha ocurrido en la Argentina -a partir del Decreto 158/83- y continúa ocurriendo. El desarme unilateral argentino ha sido logrado por el RU a lo largo de las últimas tres décadas, explotando dos graves ausencias en los ´70: la Directiva Estratégica Nacional -DENAC- y su derivada, la Directiva Estratégica Militar -DEMIL-.

Esta maniobra británica -operada por agentes argentinos- agrava aún más la larga crisis-decadencia que arrastramos en el último siglo. El Estado Nacional ha quedado sin su núcleo duro en un momento histórico de “escasa densidad en la sociedad civil” (9), que exigiría de sus FFAA la ocupación de un lugar clave para re-vertebrar  la identidad nacional.

Esta ausencia es evidente, pero la irresponsable inconsciencia dirigencial lo ignora, o simula ignorarlo.

Es difícil establecer -con alguna precisión- la ecuación que defina el óptimo nivel de Seguridad a alcanzar por un determinado país. Dicho nivel debe relacionarse con el entorno situacional -hoy muy complejo y globalizado- y su propia situación interior.

Maquiavelo decía que el fundamento de la existencia del Estado-Nación era la Seguridad y que ésta se alcanzaba “con buenas armas y buenas leyes” (10). Al Capone -a nivel callejero- más sencillamente expresaba “que se consigue más con una palabra amable y una pistola, que con una palabra amable” (11).

La Argentina de hoy está muy lejos de tener “buenas leyes y buenas armas” y también  está muy distante de cumplir con el consejo del mafioso. La Seguridad absoluta es imposible de alcanzar. Hay que establecer -como mínimo- un umbral de riesgo que genere un esfuerzo asintótico aceptable (1).

Hemos dividido -en 1988- a la Seguridad Nacional en exterior e interior, a través de leyes perversas votadas por unanimidad. En un mundo globalizado y ante una “situación licuada”, ello ya se hace intolerable y aberrante. No abogamos por una seguridad hobbesiana, que implicaría una superioridad estratégica total.

Pero no podemos continuar con el actual desequilibrio estratégico relativo, interno y externo, que hoy somatizamos. Lo estamos pagando diariamente con sangre de nuestros conciudadanos inocentes.

  • El grado de estratificación conceptual de la dirigencia argentina.

Al solo efecto de tomar una idea del atraso conceptual que se observa en los discursos políticos de nuestros dirigentes -cuando hacen alguna referencia a la Seguridad Nacional-, a continuación haremos referencia a la evolución del pensamiento y de las doctrinas estratégicas desde el lanzamiento de las bombas nucleares y –tangencialmente- trataremos - superficialmente- la naturaleza de los desafíos que obligan a los órganos competentes de los estados a constantes reorganizaciones en el ámbito de la Seguridad Nacional y permanentes actualizaciones en las salas de situación del más alto nivel. Nuestro país incumple con ambas obligaciones.

El meridiano del poder imperial -a fines de la IIda GM, 1945- continuó -cada vez con mayor ritmo- su desplazamiento hacia el E, transitando actualmente sobre el Pacífico, para regresar -probablemente en éste siglo- al Asia, continente desde el que había partido hace más de dos milenios. China, Rusia y la India iniciaron -en los años 80- aproximaciones políticas y estratégicas -Plan Primakov- (12).

Consecuentemente la OTAN -y en particular EEUU- debió reaccionar, buscando “compensar” -tecnológicamente- al eventual desequilibrio progresivo, en la medida en que se opacaba la indisputada proyección de poder militar estadounidense durante la unipolaridad.

  • Un poco de historia (13).

El 03 Sep 14, el ex-Secretario de Defensa de los EEUU Chuk Hagel adelantó -en Newport-  la necesidad de volver a innovar en los conceptos de Defensa, para actualizarlos. El 15 Nov 14 lo hizo lanzando la “Defense Innovation Iniciative”. Su objetivo era: “…desarrollar conceptos innovadores que sostengan y amplíen la superioridad tecnológica-militar estadounidense durante el siglo XXI”. Se la conoció bajo el nombre de la “tercera estrategia de offset”, es decir, -la “tercera estrategia de compensación”-.

Los riesgos y amenazas a la supremacía tecnológica y al dominio geopolítico a enfrentar eran variados, y en distintos frentes. En el Asia-Pacífico los chinos presentaban la “negación de acceso” y la “negación de área”, mientras los rusos lo hacían con una más modesta actualización tecnológica y orgánica de sus FFAA. Los talibanes en Afganistán, los terroristas Daesh en Siria e Iraq y los yihadistas en África, presentan guerras híbridas (6). Irán y Pakistán empleaban estrategias “mixtas”, con misiles de crucero, submarinos de ataque y, además, guerras “asimétricas”.

Éste variado menú de opciones nos da a entender que la “tercera estrategia de compensación” es algo más que una estrategia, más bien un ramillete de ellas, adaptadas a cada caso. Veamos el proceso continuo que condujo a él.

  • La Primera Estrategia de Compensación.

¿Por qué se la llamó “tercera” a ésta opción? Naturalmente, porque hubo dos anteriores. En los ´50, frente a la necesidad de reconstruir Europa y ante la enorme superioridad convencional de la URSS en Europa Central, el presidente Eisenhower lanzó la “primera estrategia de compensación”, que al número oponía tecnología nuclear, bombarderos y misiles de largo alcance.

  • La Segunda Estrategia de Compensación.

Más tarde el ex-Secretario de Defensa William Perry, decía: “A mediados de los años setenta la OTAN y los EEUU tenían al frente a una URSS con paridad en el plano nuclear y una ventaja de tres a uno en el plano convencional”.

Esta nueva percepción de riesgo llevó a EEUU al lanzamiento de una “segunda estrategia de compensación”. Nuevamente se echó mano a las ventajas tecnológicas e industriales: armas de precisión, tecnologías de sigilo -stealth-, sistemas de comunicaciones y computación, vigilancia, alertas, reconocimientos, información, navegación -GPS- e Internet.

La URSS no pudo competir con esta estrategia. Fue el comienzo de la caída de Moscú, que finalizará con la implosión del imperio -1989/1991-. Los “espacios comunes” -mares, océanos, aire, espacio y ciberespacio- quedaron en manos de Occidente. La “segunda estrategia de offset” estaba el ápice de su rendimiento, con su paradigma expedicionario y de precisión.

Sin embargo, al llegar el siglo XXI, entró en crisis. Mostraba indicios de agotamiento.

  • La consecuencia socio-política de su mantenimiento en el tiempo , trajo cierta fatiga psico-política. La opinión pública de Occidente percibía que las se acumulaban. Su consecuencia fue la oposición a las intervenciones militares en el exterior.

  • Además, EEUU y la UE vivían un fuerte declive económico-financiero, mientras en Asia se iniciaba un fuerte auge de los presupuestos de Defensa. Las limitaciones presupuestarias occidentales volvieron a impulsar, como una solución posible, al liderazgo tecnológico que retiene Occidente.

  • Hay una tercera causa, , que impulsó al nuevo cambio de opción estratégica y ésta fue la emergencia en China de conceptos operacionales y capacidades para contener la proyección militar de la OTAN en el Asia-Pacífico. Ya citamos las nuevas capacidades chinas cuyos objetivos apuntan a impedir el ingreso y el libre movimiento de fuerzas occidentales en sus áreas de interés. Se sustenta en:

  • Su creciente arsenal de misiles balísticos y de crucero.

  • La modernización de la flota de submarinos de ataque.

  • Nuevas capacidades cibernéticas ofensivas

Se suman a estas nuevas capacidades chinas los misiles balísticos anti-satélites -en condiciones de “cegar” a las fuerzas occidentales- y las cibernéticas ofensivas, como amenaza a las comunicaciones y armas estratégicas estadounidenses.

A su vez, Pekín tiene crecientes capacidades de detección y de defensa antiaérea y de proyección de aviones tripulados más allá del espacio aéreo propio. Sus misiles balísticos y de crucero S-S amenazan a los aliados regionales de la OTAN: Japón, Taiwán, Corea del Sur, Guam y Filipinas, actualmente provistos con sistemas de defensa anticuados.

Rusia recién inicia ahora el ingreso al paradigma de municiones guiadas. Reconociendo su inferioridad convencional, ha recurrido a estrategias de “guerras híbridas”, desinformación, propaganda, agentes infiltrados, ataques cibernéticos, coacción energética, penetración en instituciones financieras, políticas y mediáticas en Georgia, Crimea, Ucrania y Europa Oriental.

El fenómeno de globalización planetaria ha facilitado la proliferación, en particular de los misiles balísticos y de las forma híbridas, como lo estamos observando en África y Europa. Iberoamérica no está exceptuada de de éste fenómeno socio-político y menos aun nuestra Argentina, en grave indefensión nacional. En función de estos grandes cambios situacionales, nuevamente se resolvió, en el Norte desarrollado, evolucionar a una nueva opción estratégica.

  • La Tercera Estrategia de Compensación.

Ésta nueva estrategia ha estado en proceso de elaboración en los últimos diez años. Su objeto es el de crear un marco conceptual que integre diversas iniciativas ya existentes, dándoles coherencia y ordenamiento financiero para neutralizar los progresivos desafíos que se plantean a la proyección de fuerza. Ello está indicando la alta fluidez de la situación y la necesidad de ajustes/cambios permanentes, conceptuales y de procedimientos (14).

Reconocidas las vulnerabilidades señaladas más arriba, el Occidente desarrollado continúa permanentemente la búsqueda de modos alternativos de proyección de su poder militar.

 Hay actualmente una revalorización de medios más sigilosos de penetración y proyección -drones-, de sistemas robóticos, armas cibernéticas ofensivas, fuerzas de operaciones especiales, medios aéreos de largo alcance y submarinos.

Hay conciencia de la importancia de las bases de operaciones llaves y hay decisión para defenderlas, ya sea en Asia, el Gran Medio Oriente y la UE, así como la de proyectar poder naval sobre tierra. Para ello se han activado las tecnologías laser y de energía dirigida, tecnologías de inhibición de señales y de interferencias, producción de cebos y señuelos para confundir la acción ofensiva del enemigo.

  • En conclusión.

Nuestra intención -al hacer “un poco de historia”- ha sido demostrar cómo los Estados consolidados hacen un seguimiento permanente de la evolución situacional y así acondicionan sus conceptos, sus estrategias, sus tecnologías, organizaciones y despliegues.

Han entendido a Flavius Vegeetius: preservan la Paz, previendo las guerras probables. Comprenden la paradoja de la guerra: se la prevé, para que no llegue.

 Quienes no la prevemos -como los argentinos en las últimas décadas- estamos convocando nuevamente a las guerras y también a las derrotas de la Nación Argentina. Las guerras no admiten improvisaciones.

Los presentes reales y perceptuales riesgos y amenazas estratégicos de nuestro país, no pueden ser considerados por el EMCFFAA para el desarrollo del planeamiento militar conjunto  -y eventualmente combinado-, pues ello está vedado por la vigente legislación de Defensa Nacional.

La narrativa -“el relato”- más grave que soporta nuestra sociedad, no es el de la falsedad de los datos del INDEC, del desendeudamiento, de los millones de puestos de trabajo, de la re-industrialización, etc., etc. Las consecuencias de esas falacias económicas, se reflejan en la pobreza y en la indigencia, en la fuga de capitales y de empresas. En cambio, el “relato” construido a partir de la política de derechos humanos, desde 1983, se refleja en el número de muertos inocentes que contabilizamos a diario.

Llama nuestra atención que no haya, en plena campaña electoral, una sola propuesta seria, profesional, para retomar un camino proactivo en lo referente a la Seguridad Nacional. Nuestros enemigos “nos corren con la vaina”. Han logrado bloquear, con frases hechas, la recuperación institucional del Estado, en particular de la Justicia y de las FFAA.

¿Tienen conocimiento nuestros dirigentes políticos que las leyes de “inseguridad” vigentes son el punto de partida de la mayor aflicción de la sociedad en el año 2015?

¿Por qué la SCJ ha declarado que orienta -su sagrada misión- por “políticas de estado” y no por las normas constitucionales y legales y por qué la dirigencia política ha consentido en silencio este exabrupto? ¿Es por esa razón que la Corte contradice a la Convención de Roma para reinterpretar la figura de “lesa humanidad”?

¿Han tomado conocimiento, nuestros dirigentes, de la caracterización de los nuevos desafíos a la Seguridad Nacional en la posguerra fría?

¿Saben que la seguridad estratégica y la seguridad pública están hoy incardinadas?

¿Habrán leído las perversas leyes “de inseguridad” y sus reglamentaciones -verdaderos despropósitos- que han provocado la actual escandalosa y creciente inseguridad e indefensión nacional?

¿Creen que es posible la “unidad nacional” y la “pacificación” permitiendo que nuestros enemigos continúen con el estado de guerra civil revolucionario, explotando los  errores políticos del pasado argentino?

¿Se dan por enterados que la “revolución marxista” -que nos invadió en 1959- aun continúa actuando en el sub-continente, habiendo conseguido en nuestro país trastrocar su derrota en combate en victoria político-estratégica, a partir de 1983?

¿Se apercibieron que no es casual que estén ocupando altos cargos en el Estado ex-terroristas y que el gobierno argentino -actuando hipócritamente- oculta al electorado que revista dentro del “socialismo siglo XXI” y cumple puntillosamente las directivas bianuales del Foro de San Pablo, conducido por el PC cubano?

¿Son conscientes de que un ex-terrorista y triple agente de inteligencia, como lo es Horacio Verbistky -considerado por sus pares como cobarde y “buchón”- a través de una ONG -el CELS- digite en la Comisión de Defensa del Senado los ascensos de los Oficiales Superiores de las FFAA y aun sus destinos?

¿Tienen conciencia que el narcoterrorismo es un fenómeno internacional que abarca a todo el continente, de naturaleza estratégica, al que le estamos dando categoría meramente policial? ¿Saben que ésta calamidad de nuestro subcontinente se alinea con el enemigo sin rostro que agrede a Occidente desde el 2001? ¿Creen que éste verdadero cáncer social puede solucionarse desde los municipios, las provincias o desde el estado nacional aislado?

¿Entienden que poniendo en la calle a agentes de policía con seis meses de capacitación van a resolver el grito de la sociedad reclamando por Justicia y Seguridad?

¿Se han preguntado qué hay detrás de las alianzas estratégicas de la Argentina con Venezuela, Irán o China?

Éstas -y muchas más del mismo tenor- debieran ser las preguntas a formular por los periodistas en las entrevistas televisivas. Pero el muro de la política de los derechos humanos los inhibe. Así como las propuestas electorales que estamos escuchando abarcan exclusivamente temas administrativos, totalmente ajenos a la Gran Política, los desafíos  polemológicos no asoman.

Es el fin –los objetivos- el que requiere qué medios -conceptos o sistemas de armas-. Ergo: ¿Tenemos objetivos políticos? ¿Cuán es el riesgo estratégico central de la República? Si no se responden estos interrogantes, no sabremos qué Fuerzas, sistemas o acuerdos necesitamos.

La solución a dar a la Seguridad Nacional NO es un problema de ideología o de presupuesto, es un problema de idoneidad, de realismo, de entender que nuestros enemigos, con astucia y en colusión, se han apropiado de las palancas institucionales a través de traidores a la Patria.

Mientras los países desarrollados y algunos de nuestros vecinos han conceptualizado permanentemente la evolución de los conflictos y de los desafíos que surgen en una situación internacional “licuada”, han actualizado sus legislaciones, organizaciones, despliegues, tecnologías, capacitaciones…etc., nuestra dirigencia se mantiene estratificada en el pasado, encapsulada, o simula hacerlo porque necesita que nada cambie y por ello realimenta al “relato”. ¿Hay cobardía frente a la “vaca sagrada” de los derechos humanos unidireccionados?

Para encubrir los despropósitos legales vigentes, el Ministerio de Defensa ha eliminado las “hipótesis de guerra” reemplazándolas por “planes de capacidades”. Cuando preguntamos: ¿capacidades para qué?, la respuesta es el silencio. 

Las FFAA constituyen el núcleo duro del Estado-Nación. Son su razón de fuerza y fuerza de su razón, el sostén de la Política Exterior y la promoción de la Política Económica. Custodian la identidad nacional, la cultura heredada, el honor de la nación y sostienen sus virtudes. Son las administradoras de la Paz. Ello es así en todos los Estados consolidados.

La decisión política de eliminarlas como Instituciones, transformándolas en un instrumento simulado y ocasionalmente de ceremonial, nos aproxima -día a día- al Estado Fallido (15). El gran país de los argentinos, naturalmente rico, padece una dirigencia opaca, que nos lleva inconsciente e irresponsablemente a la autodestrucción. O reaccionamos en oportunidad o seremos espectadores de de un dramático final.

 

CITAS:

  • Heriberto J. Auel. Conferencia Subregional 2011. Santiago de Chile. Jul 11. www.ieeba.com.ar 

  • Heriberto J. Auel. Ago 14. www.ieeba.com.ar

  • Heriberto J. Auel. “ Abr 03. www.ieeba.com.ar

  • Juan B. Yoffre. Ed, Sudamericana. 2014.

  • Heriberto J. Auel 09 Jul 13. www.ieeba.com.ar

  • Heriberto J. Auel. Abr 15. www.ieeba.com.ar

  • Carl Clausewitz. “ Ed. Mar Océano. 1960.

  • José Bada Panillo. Ed. Mira. Zaragoza. 2000.

  • Federico Aznar F. Montesinos Jul 15. www.ieee.es

  •  Nicolás Maquiavelo. Ed. Millenium. 1999.

  • Benjamin Barber. Ed. Piadós. 2004.

  • Heriberto J. Auel. Oct 99. www.ieeba.com.ar

  •  Luis Simón. RIE. www.realinstitutoelcano.org

  •  Heriberto J. Auel. 12 Oct 14. www.ieeba.com.ar

  •  Federico G. Auel. “La Argentina y su probabilidad de llegar a la situación de Estado Fallido como riesgo estratégico, en el mediano plazo”. Dic 12. www.ieeba.com.ar

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Si quieres la Paz, prepárate para la guerra

Flavius Vegeetius - S. IV a. C.

General Heriberto J. Auel

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