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13 días, 12 noches

Mayo 5, 2016

SUPERAR EL HORROR ES IMPOSIBLE

 

Han pasado casi 24 horas desde que abandoné la prisión. Hoy en mi casa me encuentro perdido. Rodeado de afectos, tecnologías nuevas, perfumes agradables, objetos cuidados por lo que parecen nuevos, espacios amplios y luz, mucha luz agradable y cálida que casi me enceguece. Atrás quedaron los fluorescentes de luz fría. Estoy desordenado, quiero hacer muchas cosas y comunicarme con mucha gente a quienes decirles gracias y avanzo en acción lenta.  Ayer cuando luego de 13 días de espera desde la resolución de la cámara de apelaciones y cuando ya tenía todo cargado y el celador me esperaba par retirarme del hospital (leprosario?), volví sobre mis pasos y desde la puerta miré el interior de la celda 206 que ocupe en mi camino a la muerte y tuve que contener lágrimas y un grito salvaje que me subía desde lo mas profundo del pecho. Malditos, mil veces malditos a quienes injustamente me llevaron hasta allí.  Luego a la salida vinieron los últimos abrazos de quienes me despedían y  por ello me aplaudían. Sentí que huía , los dejaba o mejor dicho los abandonaba en donde cobardemente los malditos prevaricadores y los funcionarios cómplices los están exterminando. 

 

LA LUZ QUE NUNCA SE APAGÓ

 

Cuando llegué a casa lo primero que vi fue la luz en una de una de las ventanas de la cocina y luego a quien siempre la tuvo encendida para que me guiara en el regreso a casa, o sea mi esposa. Nos unimos en  fuerte pero muy breve  abrazo. Estábamos rodeados de mi custodia, un médico y el chófer de la ambulancia que me trajo, mas los técnicos para colocarme la pulsera y una psiquiatra y una psicóloga del Ministerio de Justicia. Cumplimos con todos los pasos legales entre los cuales debimos entregar el pasaporte por orden de la "justicia", hasta que quedamos solos y muy acompañados por todas nuestras mascotas. De inmediato vino el baño profundo mientras me miraba en mi tobillo izquierdo la pulsera implantada, que me acompañará de acá en mas.   Las pertenencias quedaron afuera en un patio que da a la calle.

 

LAS CUCARACHAS Y NOSOTROS

 

Esta es la tercera vez que escribo sobre ellas (las cucarachas) y cuando digo nosotros es porque esta vez la incluyo  a Mary. Hoy descargamos de los bolsos todo lo traído y ella fue rociando y matando las cucarachas que venían entre la ropa para que no invadieran nuestro hogar. En la madrugada al ir al baño no pude evitar de mirar las paredes, como hacia en la prisión. Allá siempre se las veían caminando y de inmediato les tiraba aerosol. Espero dejar atrás estos reflejos, dignos de la locura y de lo que no tendría que existir.

PIZZA Y CHAMPAGNE

 

Digno menú de Menem o Berlusconi es lo que tradicionalmente cenábamos cada vez que Mary o yo regresábamos de algún viaje. Esta vez lo bebido fue mínimo ya que por falta de costumbre nos afectó de inmediato. Siguió la noche el descanso y el nuevo amanecer sabiendo que estaba en territorio amigable. Afuera se sentía el canto de los pájaros. Increíblemente eso en la prisión no se escucha. Allí solo llegan las silenciosas palomas a la que el prisionero Lucio Nast alimenta mañana y tarde diariamente.

 

FUTURO INCIERTO Y PASADO

EN BLANCO Y NEGRO

 

Estoy, aparte de perdido, agotado, por lo

que acá suspenderé este escrito.  El futuro

se presenta incierto, la carga de odios y la

injusticia y los abusos muy arraigadas. Pienso en el rostro de esos viejos que hoy están muriendo en la prisión y sus rostros solo puedo evocarlos en blanco y negro, no logro visaulizarlos con color. Entre ellos reconozco que hay seres mezquinos y quizás detestables, pero también hay muy buena gente que merece ser respetada, que está injustamente detenida y que está en el corredor de la muerte. A ellos todo mi afecto y mi recuerdo a pesar de verlos solo en blanco y negro. Seguramente nos volveremos a encontrar.

 

 

Claudio Kussman

PrisioneroEnArgentina.com

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