Setiembre 12, 2016
OLIMPIADAS PARA DISCAPACITADOS
LOS JUEGOS PARALÍMPICOS EN RIO
Por
Dr. Jorge B. Lobo Aragón
El deporte es juego, placer, diversión. Difiere de otros pasatiempos en que casi siempre se realiza al aire libre e incluye alguna habilidad, destreza o fortaleza. Entonces si un deporte divierte al que lo juega, ya ha cumplido su fin. Para eso era: para divertirse. Diversión sana, en ambiente límpido, con ejercicios que favorecen la salud, el lozano crecimiento de los jóvenes, el fortalecimiento de los músculos, la circulación y oxigenación de la sangre. También sirve para inducir a tomar el camino de sanas disciplinas. ¿Que el alcohol y el tabaco son tentadores? Bueno; el afán de un lúcido desempeño ayuda a resistir sus seducciones, o a reducirlas a medidas en que no dañen. Es de esperar que el deporte sea una valla invulnerable a la droga. Con esto sólo, el deporte tiene un bien ganado prestigio y respeto entre las actividades sociales. ¿Que sirve para algo más? ¡Ah, sí! Para fascinarnos con las proezas de todos y cada uno de los atletas que participan en estos maravillosos juegos para personas con dificultades. Personas que con anhelo constante de superación han trabajado durante años - pese a sus múltiples contrariedades y contratiempos en la vida – en sus cuerpos con la gimnasia, con el ejercicio, con la perseverancia y el tesón.
Muchos se fanatizan exigiendo a su ídolo lo insuperable, el campeonato, la cumbre. A mí me encanta ver a estos atletas que muchas veces le cuesta insertarse en la sociedad como personas útiles representar a su país demostrando que a pesar de cualquier obstáculo siempre se puede. Cada vez que salen a competir me fluye de inmediato un enorme deseo de gritarle que Dios los Bendiga, siempre más allá.
Y viene al caso recordar una enseñanza de Platón, una de las lumbreras de nuestra civilización: “la buena educación da al cuerpo y al alma toda la belleza y la perfección de que son capaces”, y son ellos los atletas minusválidos los que dedican su tiempo, sus esfuerzos y su saber a esta educación, los que posibilitan, educando su cuerpo y educando su alma, que esa perfección, la perfección de seres que son imagen y semejanza de Dios, se manifieste, se concrete y resplandezca, en su bien y en beneficio de la sociedad toda. No debemos olvidar y menos el Estado que la recuperación y habilitación del discapacitado es tarea a favor del bien común cuya custodia se confía a los gobernantes. Muchos requieren elevarse sobre sí mismo para competir; un chico, una mujer, un hombre con problemas son ante todo y sobre todos" hombres, seres humanos con problemas". No debemos perder de vista esa dignidad, esa corona, ese soplo de ser hecho a imagen y semejanza de Dios. Rescatemos siempre su dignidad. Los discapacitados tienen derecho a varios o muchos pasos adelante para correr en igualdad de condiciones, reconozcamos en ellos un derecho elemental, de los más elementales de los derechos humanos.
DR. JORGE B. LOBO ARAGÓN