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Octubre 27, 2015

UN LARGO ADIÓS AL PAÍS QUE NO FUE

“Errar es humano, persistir en el error es, diabólico”

 

Nuestra notoria incapacidad colectiva para aprender de los errores, para no volver a repetirlos, nos ha llevado a un callejón sin salida...

“Nuestra reconocida inteligencia individual no, se corresponde con nuestra pobre inteligencia colectiva”

“Hay sociedades inteligentes, que aprenden rápido, que utilizan diligentemente sus recursos, que administran con justicia el poder, y sociedades estúpidas que no aprenden de la experiencia, que administran arbitrariamente el poder y que oprimen a los ciudadanos”

Parece dicho justo para nosotros que no hemos podido, ni consabido, a través de los años construir una sociedad justa, equilibrada, honesta.

Los argentinos, y en especial quienes gobiernan a los argentinos, hemos cometido muchos errores. Y no solamente este régimen que no sólo no resolvió ninguno de los problemas que nos aquejaban de años sino, que los profundizó.

Como un mantra diabólico reiteramos una y otra vez los mismos deslices. *Señoríos, default, no sé por qué no se dice quiebra que es palabra española y mucho más explícita, corrupción desatada, clientelismo, búsqueda enfermiza del poder absoluto, el que apuesta al dólar pierde y gana, en vez de tener una sola moneda interna en el País, y dejar esa moneda verde, para únicamente el comercio internacional.

Que lo único que permite el verde es especulación pura, que paraliza toda la actividad productiva Argentina que nos lleva a la muerte a la vuelta de la esquina por un par de zapatillas-droga-delincuencia-inseguridad, fomentada por los mismos funcionarios.

Y los errores cometidos en la dirección de la cosa pública desembocaron en el fracaso no sólo ya de esas clases dirigentes ineptas y vacuas sino, en el fracaso del país todo.

Ya casi no tenemos ninguna de las condiciones reales que caracterizan una nación. Un pasado común, un territorio y un futuro compartido. Apenas si una menguada región, *Por ahora*.

La nación como un proyecto sugestivo de una vida en común, ha quedado enterrada por muchos años.

Sólo nos queda una última posibilidad…

“Armar un nuevo proyecto sugestivo de vida en común, por cuanto que los grupos que viven en un Estado no conviven por *estar juntos* sino, que *viven para hacer algo juntos*”

Lo decisivo para que una nación exista, no es el ayer, *el pretérito*, el haber tradicional sino lo venidero. Las naciones se forman y viven de tener un programa para mañana no Invertebrado.

No hemos sabido construir un país justo y vivible. Hace por lo menos tres o cuatro décadas que perdimos el rumbo.

Cuánto más tardemos en decirlo, y decírnoslo, *sin eufemismos ni balbuceos*, menos posibilidades tendremos de salir de éste marasmo que nos inmoviliza y nos agobia...

“Terapia colectiva, sinceramiento brutal, catarsis”

Llámeselo como pretenda, no obstante al menos, empecemos por acordar que los errores reiterados nos llevaron al fracaso como nación.

Los españoles luego de una cruenta guerra civil más 30 años de dictadura aprendieron a convivir.

Y una palabra fue el pivote de la difícil Transición…

“Consenso”

Los Españoles, Asimilaron a Acordar por mayoría, desde la Constitución nacional de ‘1.978 hasta en una reunión de consorcio de propietarios.

Alemania de la posguerra se, reconstruyó de las ruinas y la humillación con trabajo.

O los cuatro tigres asiáticos crearon una generación de nuevos países industriales que se localizan en Asia, Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwán, y que, entre ‘1.960 y ‘1.990, mantuvieron altas tasas de crecimiento e industrialización luego de guerras y devastaciones.

Con innovación y conocimiento…

“Es posible”

“Eso sí, acompañado con anuencia, trabajo, creación y sapiencias”

¿Qué pasaría si *todos* concertamos que hemos cometido errores?

A mayor autoridad que haya tenido o tenga corresponderá una mayor responsabilidad en el fracaso, eso es cierto. Asimismo la sociedad ha sido, quizá culposa y no dolosamente, tolerante con los déspotas que nos gobiernan, simpática con los incoherentes o de poca credibilidad, miran para otro lado con los cleptómanos, *elegía por el voto cuota* o por *conmiseración con la viuda*.

De aquí en más una, dos o, tres generaciones están comprometidas…

“Ya nadie podrá soslayarse, aunque quiera”

Un estándar…

“Vivir en un country me mantiene seguro, era una muletilla hace diez o quince años”

Actualmente ya no. Quedó demostrado que nadie puede escapar de la inseguridad. Ni dentro ni fuera del country...

“Así como nadie pudo escapar de la inseguridad, ninguno puede escapar del destino común”

“Horroroso, nadie se salva sólo”

Para salir de esto sólo queda esbozar otro proyecto, controlado, avalado y ratificado por la mayoría de la población. Cualquier acuerdo de reforma de la Constitución -el pivote para un nuevo orden- hecho entre dirigentes deberá ser sometida a referéndum y consenso de la población.

¡No como lo hizo el Gobernador de San Juan Argentina, que su mayoría en la Cámara de diputados, le otorgaron el salvoconducto para tres años más!

Que a la mayoría de la población no le den nunca más la espalda y, asuma de una vez la provincia y el país que quieren establecido por constitución y bien respetada para que sigamos siendo una República...

“Y luego ¡no!, nos desahoguemos en las redes sociales robóticas, denigrando como en la actualidad al gobierno de turno”

Alentemos, originemos, votemos a quienes nos garanticen que no irán por los caminos trillados que nos llevaron al fracaso.

Eso sí, cuidémonos de los que livianamente hablan del Proyecto Nacional, o de Políticas de estado *que nunca la tendremos por cuanto no les convienen*, como una cuestión sólo entre los mismos dirigentes que nos llevaron a esto.

Cuidémonos también de los negadores de la realidad, como conspicuos miembros del actual gobierno, tanto como del optimismo ingenuamente peligroso de quienes creen que con una cosecha salimos adelante o somos *los europeos de América Latina*, como algunos distinguidos miembros tanto del gobierno como de la oposición.

Duro aprendizaje…

“Nadie se salva solo”

 

Dr. Hugo José Naranjo

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