Este es otro tipo de batalla. La misma la despliegan mujeres comprometidas a enfrentar las injusticias e intolerancias a los que son sometidos los Presos Políticos en la Argentina de estos últimos años.
El día 29 de Septiembre del corriente año 2015, un grupo de estas mujeres se dejó caer por las instalaciones del Servicio Penitenciario Federal para poner en conocimiento a las autoridades de estas violaciones a los derechos humanos que estos detenidos continúan padeciendo. María Cecilia Pando, María Inés Pla y Patricia Barreiro fueron parte de esta aventura para dar a conocer la problemática. Fueron recibidas por el Sub Director Nacional Claudio Barberá y el Inspector General José Ferezin.
En la agenda de las acongojadas damas figuraba el tópico de los vehículos utilizados para los traslados de los reclusos. Los mismos, como se ha señalado en estas páginas, no está preparados para transportar gente mayor -ni seres humanos de ninguna edad, debo acotar- ya que el promedio de los confinados es de 73 años de edad. Estas unidades no son higiénicas, los encarcelados van sentados en forma lateral a la dirección del tráfico que, con sus arranques y frenadas produce molestias graves de columna vertebras, cintura y demás. Ejemplos de descomposturas, fracturas de costillas y muerte podemos repetir Ad Nauseam. En este caso, el mayor inconveniente descansa en la falta de presupuesto, en las palabras de las autoridades.
Estos traslados, ya sea por cuestiones médicas o legales, se producen de una manera más que discutible. Los presidiarios deben comenzar su derrotero a las 4 de la mañana, realizando un recorrido turístico nada envidiable desde una prisión a otra, obtienen su visita clínica (O no) u obligación legal, para aguardar al resto del pasaje en esta oscura, sucia, poco ventilada unidad móvil para retornar a sus respectivos penales, en varios casos, entrada la noche.
La situación de la privacidad también entra en cuestión. Los encarcelados que deben ser sometidos a operaciones o permanecen en terapia intensiva son acompañados por tres penitenciarios. Estos intentan introducirse en las sesiones psicológicas de quienes lo necesitan. La buena noticia es que el profesional les hace abandonar el lugar, haciendo respetar sus procederes.
En esta exposición, las señoras Pando, Plá y Barreiro, notaron la preocupación de los directivos luego que los mismos reconocieran estar al tanto de la situación. Existe una promesa de cambiar este escenario y compenetrarse un poco más sobre la realidad. El admitir hace suponer que los cambios -que son de urgencia- se llevaran a cabo de manera inaplazable.
Fabian Kussman
PrisioneroEnArgentina.com
Octubre 01, 2015
María Cecilia Pando
Claudio Barberá
José Ferezin